La Cruz Roja Española denuncia la mutilación genital femenina

30 millones de niñas podrían ser víctimas de la Mutilación Genital Femenina en los próximos 10 años.

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UNFPA, the United Nations Population Fund, jointly with UNICEF, lead the largest global programme to accelerate the abandonment of Female Genital Mutilation (FGM). In line with Zero Tolerance Day for FGM on 6 February 2017, UNFPA lead a mission to Kenya's Narok County to document UNFPA’s active participation to encourage the abandonment of the practice. Female Genital Mutilation, FGM, involves altering or injuring the female genitalia for non-medical reasons. It negatively impacts a girl’s psychological, emotional and physical well-being, education, health and gender equality rights, and is internationally recognized as a human rights violation. Maasai culture, often praised and used as a tourist attraction, encourages FGM which is views as the key to success in all aspects of life. Many Maasai families cannot afford to give their children formal schooling, so to protect their daughters from lives of poverty, they choose to marry them off at a young age. Because Maasai girls are traditionally considered children until they are circumcised, it is seen as imperative for a Maasai girl to undergo the circumcision rite before she is married making FGM a precursor to child marriage. This strongly ingrained cultural belief propels families to go to great lengths to complete the circumcision. Both FGM and child marriage negatively impact long-term poverty reduction and development outcomes. In collaboration with World Vision Kenya as an implementing partner UNFPA identify Narok County in Maasailand as one of eight targeted counties in Kenya where UNFPA-supported interventions are transforming and saving lives of women and girls in the county.

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La ablación de clítoris o Mutilación genital femenina (MGF), expresión oficial utilizada para referirse a esta práctica por la OMS (Organización Mundial de la Salud), consiste en la eliminación de tejido de cualquier parte de los genitales femeninos por razones culturales, religiosas o cualquier otra razón no médica.

Refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada, y constituye una forma extrema de discriminación contra mujeres y niñas. La práctica viola sus derechos a la Salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometidas a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte.

Aunque se concentra principalmente en 29 países de África y de Oriente Medio, la ablación es un problema universal y se practica en algunos países de Asia y América Latina. Además persiste también en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, Norte América, Australia y Nueva Zelanda. Esta práctica ancestral, que han sufrido ya más de 140 millones de mujeres y niñas (más de 92 millones en África), tiene graves consecuencias ginecológicas, obstétricas y psicosociales. Y más de 30 millones de niñas podrían ser víctimas potenciales de esta práctica en los próximos 10 años.

Uno de los países con mayor índice de prevalencia de la escisión es Malí, donde la tasa se sitúa en el 91% de las mujeres de entre 15 y 49 años. En la regiones maliense en que trabaja Cruz Roja Española, Ségou la cifra es aún mayor, 92,2%. Desde el año 2000, Cruz Roja Española, en colaboración con la Cruz Roja de Malí y con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), ha desarrollado en varias regiones actividades dirigidas a informar y sensibilizar a nivel comunitario de los riesgos que se generan, a fin de que se abandone esta práctica y para mejorar la salud y condiciones de vida de las mujeres y niñas víctimas de graves secuelas físicas y psicológicas de la ablación. Cruz Roja trabaja con líderes comunitarios, personal sociosanitario, profesores y las organizaciones comunitarias de base a través de distintos módulos de formación y de sensibilización en los que las mujeres participan activamente, con independencia de haber sido o no víctimas de la mutilación genital.