León recordará a Pepe Cascalla en el Gran Café

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Pepe Cascallana era irrepetible a su pesar. Cuando murió, en León, el 2 de diciembre pasado, a los 51 años, dejó de sonar una forma personal de tocar la guitarra que él había convertido en su estilo como un asunto normal. Y que era el que partía de la esencia rocanrolera clásica con incursiones por los territorios más variopintos. Del punk al pop, y todo lo que está en el medio, nunca a partir de un acorde convencional. Este jueves, 23 de marzo, la escena rock leonesa le homenajea en el Gran Café en una reunión de músicos y amigos en torno a lo que a él más le gustaba: aparatos encendidos, guitarras eléctricas, potencia sonora y todas las dosis posibles del directo imprevisible. Y cecina, que, gracias a la IGP Cecina de León, servirá para conectar con su última aparición en directo allá por el pasado mes de abril en el Belmondo junto a su grupo, Ópera Prima.

Pasó por muchas bandas leonesas. Tantas, que algunas quedan para la revisión histórica de lo que fue su carrera. Pero tocó en Nada Rock, Trabajadores Eventuales, Tupés Locos… Su primer grupo fue Amecido RS, junto a Carlos Luxor, actualmente en Los Positivos. Y echó el ancla principalmente en Brutos Sekos y Ópera Prima, vasos comunicantes en las antípodas musicales pero conectados por todo lo demás, incluido local de ensayo, también con Jordi Hidalgo en ambas formaciones.

Este jueves, por eso, en El Gran Café de León, el objetivo será un homenaje en toda la extensión de la expresión. Con la presencia de grupos históricos, otros de nuevo cuño, y un repaso a canciones propias y muchas nunca extrañas. El repertorio quedará en manos de una multitudinaria Pepe´s Club Band que irá desfilando con la propuesta musical de cada uno: Los Positivos, Mario Álvarez, Zumo, Los Modernos, Ramón Díez, Toño Pinchos, Archienemigos, Rafa Hernández, Decibel Race, Manoloco, Julio Invaders, Brutos Sekos, Ópera Prima… Tal vez se evoque un sonido Pepe que él jamás quiso concretar. Porque cuando campaba a sus anchas por las seis cuerdas de su Stratocaster, llegaba a sitios que solamente él pisaba. Sobre todo, aquellos por donde nadie había estado. Sus favoritos. Para decir entonces: «Yo aquí meto el cuezo».