A Ruth Beitia

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Noticias de León / Ahora León Digital / Texto: Man Martínez

A Ruth Beitia

Amiga mía quien nos iba a decir hace dos lustros, cuando como de costumbre, yo te paseaba en volandas sobre el tartán, mientras tu me decías -“Esto se acaba”. Que al cabo de una década, no solo seguirías transportando tus 193 centímetros por encima de listones hiperbólicamente elevados, si no que además, en esa pertinaz ascensión (que no asunción) tuya, harías cima en el Monte Olímpo. Quien nos iba a decir que te convertirías en una de las mejores deportistas españolas de la historia, en una de las grandes damas del atletismo mundial, en la mujer que a muchas niñas les gustaría ser.

Podría aprovechar la ocasión para poner los puntos sobre la íes a más de uno. La pintan calva para presentar reclamaciones o ajustes de cuentas. Pero creo que este es “Tú, momento” o como no te cansas de repetir “Nuestro, momento”.

Es el momento de los pacientes, de los que juegan limpio, de la perseverancia optimista, de la búsqueda de la excelencia, de la obsesión perfeccionista, de la humildad luchadora, del esfuerzo inteligente, de la ilusión incombustible, del trabajo en equipo, de la familia que sustenta, del conocimiento aplicado, de la experiencia ilusionada. Es el momento de todos aquellos que creemos en el deporte y en su capacidad inherente, para simbolizar la mejor versión del ser humano, en todos los sentidos.

Ruth tu debes ser la heroína a seguir. Nuestra España, a la que tanto nos gusta maltratar, no está tan enferma como solemos cacarear a los cuatro vientos, gastamos ríos de tinta mirando el ombligo de nuestras miserias y pasamos rápido, como con vergüenza, sobre nuestras virtudes. Esa humildad mal entendida, nos hace ensalzar al que destaca solo un instante, para luego esconderlo a la velocidad de Usain Bolt o a la de Hortelano y mantenerlo en la penumbra del olvido, la mayoría del tiempo.

Es como si el valorar nuestros éxitos estuviese mal visto, como si fuese de engreídos o chauvinistas. Muy al contrario, pienso que esas glorias han de ser el motor y la inspiración para muchos otros dispuestos a imitarlas. Deben estar presentes en la vida cotidiana, son el pan o la sal de una sociedad sana y próspera.

La didáctica más elemental nos advierte de que si tenemos un modelo de referencia, el aprendizaje se simplifica drásticamente. Tu eres el modelo, la modelo y en este caso no de pasarela, sino de pista de atletismo, no de moda, si no de persona completa y real. Eres hija, hermana, amiga, compañera, es un lujo haber podido disfrutar de tu presencia, eres un lujo para cualquier familia, barrio, pueblo, ciudad, provincia, nación o estado. Contigo el camino se hace corto y las cuestas tendidas.

Querida Ruth, contigo pan y cebolla.