Ego político, imbecilidad y crueldad elevada al máximo nivel

Busqué y rebusqué respuestas a la interrogante sobre el ego político y fue difícil encontrarlas, me refiero a las verdaderas, pues mentiras, mentiras, encontré muchas

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Ahora León / Noticias de León / Opinión: Andrés Suarez

Para ser político, desde una humilde concejalía de aldea a Jefe del Estado, hay que tener un «ego» muy grande; tan grande que a veces la dificultad está en no caer en la imbecilidad, en la estupidez o en la más dañina soberbia. Y lo que es un defecto, puede, en ciertos casos, ser una necesidad, como indicaremos al final. Tal desmesura no es exclusiva de los políticos, sino de otros muchos y de prestigiosas clases profesionales.

Max Weber cada vez me decepciona más -lo mantengo vigente en su interesante sociología de la Religión-, pues, para tratar de los egos de los políticos, leí su conferencia La política como vocación, y en ella la egolatría la vincula únicamente con la vanidad, calificada de «muy trivial, la muy común vanidad», y nada explica acerca de la imbecilidad o estupidez o la soberbia del político. Fue también desacertada la teoría muy divulgada de Max Weber, de una pretendida excelencia ética del capitalismo y del rigor de calvinista, resultando éstos, a la postre, los principales responsables del inmenso fraude hipotecario cometidos en el primer decenio de este siglo en la «pulcra y puritana» Norteamérica. No me apetece hoy hablar de corrupciones leoninas de este país y esta ciudad.

¿Y cómo es posible tener un ego tan gigante, quererse tanto, admirarse de lo bien que a uno le quedan los vaqueros, marcando bragueta y culo, y al mismo tiempo deber de soportar las críticas, de falsificador de tesis o de antítesis, de ignorante, de chulo de romería o de «mindungui» por no ser abogado del Estado, funcionario de ayuntamiento o registrador? Claro que hay que ser muy tonto y superficial para presumir de bragueta o de culo.

Busqué y rebusqué respuestas a la interrogante sobre el ego político y fue difícil encontrarlas, me refiero a las verdaderas, pues mentiras, mentiras, encontré muchas: que si el talante democrático ha de soportar críticas, que si la cultura política del genio, sea Rey, Presidente de República o Jefe de Gobierno ha interiorizado la adversidad, etc. Bobadas, pues, y mentiras.

Con tanta lucha y crueldad de egos es normal, para Guaino, que la Política sea trágica, como trágica es la Historia, hija suya. Y ello teniendo en cuenta que, no obstante los egos inmensos, hay políticos vagos, muy vagos, amantes de copas y de licores, y otros muy trabajadores. A esta última clasificación se podrían añadir otras más, como la que distingue entre políticos con voluntad de gobernar, que toman en serio su trabajo, y los aficionados o diletantes o «surfistas».

El problema de los primeros es grande, pues han de enfrentarse a la corrupción del Poder y a los intereses de particulares o de grupos y corporaciones incrustados en el Poder, pues es sabido que para ser rico, inmensamente rico, hay que «tirar» de la ubre del Estado, siendo ese el origen de las grandes fortunas, siempre público, aunque, para despistar, hagan «estos liberales» propaganda de lo privado. Decir a éstos que no, genera evidentemente, odios, insultos y todo tipo de descalificaciones y ataques personales. Aquí es donde el desmesurado ego del Político es preciso a la función de gobernar, que ha de actuar a modo de vacuna reactiva para proteger a todos del abuso de unos pocos Y para soportar eso, hay que ser casi como el político De Gaulle, que todo lo tuvo grande, defectos y cualidades.

Por todas estas búsquedas inexplicables y agotadoras, me permito dirigirte unas palabras en primera persona.

Hasta aquí bien, pero cuando la crueldad es más grande que el ego, cuando no valoras a tu adversario aunque no sea político, cuando menosprecias incluso a ese pobre que está pidiendo y finges no ver para que su situación personal no se convierta en tu causa, tienes un problema. No ves tu ciudad.

Porque cuando alguien hace las cosas desde el corazón, y tu te empeñas en acuchillar ese corazón que late al mismo ritmo que el tuyo, el muerto eres tú, porque no te enteras de nada, mira a tu alrededor, mira bien… yo hoy vi detrás de ti la señora de la guadaña y la capucha.

Después de hoy, a mí ya no me haces daño, ni me humillaras, porque el muerto eres tu, y la causa de tu muerte…”superego”. Solo una cosa más para terminar, intenta mirar bien  a tu alrededor para que la  energía de la capucha y la guadaña no te lleve por delante, porque el enemigo, no soy yo, convive contigo.

¡Aquí intenta descansar en paz un buen hombre disfrazado de político muerto por el EGO¡

Puede ser una idea de frase lapidaria. La crueldad tiene muchas formas, pero el ego mata.

Es triste, pero estas frases encajan en muchos, demasiados de los que nos representan en la actualidad, ego y mentira, mentira, mentira y crueldad, mucha crueldad.

Hemos despertado y todos estos personajes cargados ego no se han enterado,  no sabia que uno de los efectos secundarios del ego fuese la ceguera.