Cultura señaliza y restaura el ‘Pozo de Hielo’ de Sorriba de Esla en Cistierna por 28.679 euros

La intervención consistirá en la consolidación del cerramiento del pozo, la retirada de escombros y la protección del riesgo de caídas. También se dotará de señalización y mesa explicativa sobre el uso tradicional del mismo

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La jefa del Servicio Territorial de Cultura de la Junta de Castilla y León, Amelia Biaín, ha firmado el acta de inicio y comprobación del replanteo de ‘Señalización y restauración’ del Pozo de Hielo, ubicado en una parcela de la Junta Vecinal de Sorriba del Esla, en Cistierna.

El importe de la inversión realizada por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, mediante fondos desconcentrados en la Delegación Territorial de León asciende a la cantidad de 28.679,40 euros, incluyendo la ejecución de la obra y los honorarios técnicos. El Ayuntamiento de Cistierna colabora en la actuación facilitando la maquinaria que permita realizar caminos de acceso hasta el Pozo de Hielo para posibilitar la ejecución de la obra.

La intervención consistirá en la consolidación del cerramiento del pozo de hielo, tanto en sus paños como en la coronación, la retirada de escombros hasta el fondo del pozo, y la protección del riesgo de caídas a distinto nivel mediante cerramiento ligero de piezas de madera hincadas en el terreno. También se dotará de señalización y mesa explicativa sobre el uso tradicional del mismo.

Pozo de Hielo

En esta población se ubica, al sureste de la Calle Cerezales y sobre la colina, un Pozo de Hielo, también denominado nevera, pozo de hielo o glacería. La construcción de este tipo de neveros artificiales es conocida desde los romanos (200 a.C.), pero su gran desarrollo tuvo lugar entre los siglos XVI d.C. y XIX d.C. y su uso se extendió hasta el s. XX d.C. cuando cae en desuso por la invención de los frigoríficos domésticos.

El almacenamiento de hielo comenzaba en la época de primavera después de las últimas nevadas. Se cortaba la nieve con palas y la llevaban a los pozos, dónde era prensada, formando capas, para convertirla en hielo, con el fin de conservarlo más tiempo y disminuir el volumen ocupado. Finalmente se cubría con tierra, hojas, ramas o capas para favorecer su conservación.

Durante la época de verano, los bloques se cortaban y eran transportados a lomos de animales de tiro durante la noche, hasta los núcleos de población donde eran comercializados con varios fines: médicos, culinarios, lúdicos.

Los lugareños afirman que la construcción data de 1714. De igual modo, afirman que es posible que el material utilizado para su ejecución perteneciese a una construcción antigua. Este elemento singular es un inmueble producto de actividad humana en épocas pasadas, que forma parte del patrimonio etnográfico, actualmente en desuso y con peligro de destrucción. Por todo ello y debido a la excepcionalidad de la construcción en la zona, se considera prioritario poner en valor tan preciado resto, por ser testigo de la actividad gremial de la comarca en el pasado.

Los restos de los paramentos del edificio se difuminan con el terreno circundante en su coronación, resultando difícil establecer su cota más elevada. La construcción presenta el aspecto de un socavón o agujero de forma cilíndrica, de unos 3 m de diámetro aproximadamente. Este cilindro, en toda su profundidad, está cubierto perimetralmente, y en toda su altura hasta la cota de terreno, por los paramentos de fábrica de mampostería de piedra de la zona, rejuntada y asentada con mortero de cal.

Actualmente se desconoce la profundidad exacta del pozo, ya que este se encuentra cubierto por vegetación y acumulación de basura de naturaleza variada. La cota del fondo actual se encuentra a unos 2 o 3 m por debajo de la cota de terreno circundante.

Los paramentos existentes presentan la pérdida, casi generalizada, del mortero de cal de las juntas, debido en gran parte a la proliferación de plantas herbáceas en los intersticios existentes entre las rocas de la mampostería.