El próximo sábado Usuarios de la salud publica de Laciana salen a la calle en defensa de la salud publica

No podemos seguir haciendo mala medicina. Hay que actuar sobre las causas de raíz y abrir un debate en todo el Estado sobre el modelo sanitario que queremos,

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Casi un año después del inicio de la pandemia y ya en la tercera ola, los peores augurios se han confirmado. Mientras la mayoría de la población condena la gestión de la crisis y el sistema sanitario público está en shock, es innegable, como ya denunciábamos, que la pandemia ha sido una oportunidad de negocio para los de siempre , al tiempo que ha permitido dar una nueva vuelta de tuerca en el proceso de privatización de la sanidad.

Lo que podía haber sido una oportunidad para rescatar la sanidad pública se ha convertido en negocio y espectáculo. Con todos los partidos políticos de acuerdo , cada uno ha vuelto a su papel. La derecha ha aprovechado para degradar aún más los centros públicos privatizando cualquier actividad sanitaria; mientras, la izquierda institucional ha mirado para otro lado permitiendo que la derecha haga el trabajo sucio. Las enormes listas de espera y la falta de respuesta del sistema público han dado un nuevo empujón a cientos de miles de personas hacia los seguros privados 3.

Todo esto ocurre, además, cuando se hunden las condiciones de vida de millones de personas: se esperan nuevos recortes en las ya muy precarias pensiones públicas y se extiende la tragedia del paro masivo con su cortejo de desahucios, hacinamiento, cortes de luz, agua y gas por impagos y desesperación cotidiana en los barrios obreros; precisamente en los que se ceba la pandemia por el Covid 19.

Al mismo tiempo, los gobiernos de todos los colores están aprovechando esta situación para imponer medidas represivas que de otra forma tendrían una fuerte contestación social. Con la excusa del virus, han militarizado nuestras calles, y el control social de la población es un hecho que se ha incorporado a nuestra normalidad cotidiana con escaso cuestionamiento. La experiencia de otros países nos ha demostrado que, a mayor debilidad de los sistemas sanitarios, más necesidad han tenido de aplicarnos confinamientos medievales. Curiosamente hay disponibilidad económica para todo este despliegue, pero no para proveer a los centros sanitarios públicos de los recursos necesarios (espacios, personal, equipos de protección individual, etc..) para atender adecuadamente esta pandemia. Todo ello mientras la miseria se adueña de la vida de millones de personas. Queremos medidas sanitarias y sociales, no policiales.

En este punto nos reafirmamos: mientras el gobierno «más progresista de la historia» mantenga las leyes privatizadoras, nada de lo que hace a diario la derecha es ilegal, y continuará el desmantelamiento de la sanidad pública y el lucro privado. En efecto, absolutamente nada del masivo transvase de dinero público al capital realizado en diferentes CCAA (construcción de hospitales innecesarios, cesión a empresas privadas del rastreo, las inmunizaciones, pelotazos con fármacos innecesarios 4…) es ilegal ya que está sostenido por leyes de ámbito estatal que lo permiten.

Mientras, la «izquierda del capital» se ha dedicado a las performances más variadas, dirigiendo la atención de la población hacia los ejecutores del desastre, ocultando hábilmente a quienes mueven los hilos del proceso de destrucción de la sanidad. Seguir haciendo teatro de calle contra la derecha para ocupar páginas de periódicos no es más que una maniobra de distracción. La única forma de recuperar el sistema sanitario público es obligar a todos los partidos a blindar la sanidad contra el ánimo de lucro, y potenciar la atención primaria y la salud pública. Todo lo demás es puro espectáculo para autocomplacencia.

Ahora anuncian 8.000 millones de euros de los fondos de la UE, dicen que «para reforzar los servicios públicos», cuando lo previsto es que se destinen a la «colaboración público-privada». Ese eufemismo, que ya conocemos bien, significa que, si no lo evitamos, la sanidad pública seguirá agonizando, mientras que las grandes corporaciones serán las principales beneficiarias del fondo europeo de recuperación económica. Un inmenso bazar está en marcha.

Llevamos casi 20 años denunciando la privatización de la sanidad y a sus responsables, y la «izquierda del capital» se niega a eliminar las causas. No podemos seguir haciendo mala medicina. Hay que actuar sobre las causas de raíz y abrir un debate en todo el Estado sobre el modelo sanitario que queremos, que debe empezar por garantizar la asistencia sanitaria de calidad para todas las personas, democratizando el sistema y centrándolo en los determinantes sociales, económicos y ambientales de la enfermedad.

El sábado 27 de febrero nos vemos en las calles:

  • Frente a la privatización, sanidad pública.
  • Por la derogación de las leyes privatizadoras (15/97 y artículo 90 LGS).
  • Rescate de lo privatizado.
  • No al cierre de centros sanitarios.
  • Por un sistema sanitario gestionado democráticamente centrado en la prevención y en la salud colectiva.

Contra la privatización, la mejor vacuna: Derogación de la ley 15/97 y del artículo 90 de la Ley General de Sanidad.

“Durante décadas, los gobiernos apenas han financiado, ni dotado de personal suficiente y han privatizado los sistemas de salud en todo el mundo. Y estas tendencias han agravado el impacto de la pandemia” 5.

Estamos asistiendo a una serie de movilizaciones contra los partidos de derechas que están privatizando la sanidad, pero no te están contando todo.

¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué pueden privatizar la sanidad?

La privatización es legal en base a dos leyes de ámbito estatal: los artículos 67 y 90 de la Ley General de Sanidad, que permiten derivar a los pacientes a la privada mediante conciertos y convenios singulares; y la Ley 15/97, que permite que un centro público sea gestionado por empresas privadas.

¿Quién aprobó y/o mantiene estas leyes?

Todos los partidos políticos del arco parlamentario aprobaron o defienden mantener dichas leyes.

¿Qué garantías hay de que si cambian los gobiernos no privatizarán?

Ninguna. Cuando las “izquierdas” están en la oposición prometen derogarlas, pero cuando llegan al poder, olvidan sus promesas.

  • En 2009 presentamos 500.000 firmas en el Congreso pidiendo que derogase la ley, cuando el PSOE tenía mayoría para derogarla, y ni siquiera tuvo la decencia de recibirnos.
  • Pero, en el 2012, ya en la oposición, el PSOE presentó una proposición no de ley para derogar la 15/97 -el PP tenía mayoría absoluta y era imposible que saliera adelante-.
  • Unidas Podemos defendía derogarla hasta 2015 cuando estaba en la oposición. Incluso Irene Montero participó con nosotrxs en las movilizaciones en aquella época por la derogación. Hoy guarda silencio.

¿Es posible blindar la sanidad en una sola CCAA?

No. Todas las leyes de ordenación sanitaria autonómicas son subsidiarias de las leyes estatales (Ley General de Sanidad y Ley 15/97), y han introducido también la gestión privada en sus territorios. Sólo la derogación de las estatales permitirá blindar la sanidad en todas las autonomías.

¿Por qué estamos en contra de la sanidad privada?

Los hospitales privados tienen mayor mortalidad. La evidencia demuestra que la mortalidad se incrementa al ser atendido en un hospital con ánimo de lucro: un 9,5 % en recién nacidos, un 2% en adultos 6, y un 8 % en crónicos 7. Esto es así porque los hospitales privados emplean menos personal y … para repartir beneficios entre sus accionistas (los inversores esperan un 10%-15% de retorno de su inversión).

¿Qué se puede hacer?

Explicar que la privatización es legal, y que detrás de ella se esconde el trasvase de miles de millones de euros todos los años a empresas privadas, lo que ha desmantelado el sistema público.
Convencer a nuestros vecinos de que la única posibilidad es la movilización en la calle contra todos los partidos políticos que defiendan la gestión y el lucro privado de la sanidad.

¿Qué alternativas hay?

Es posible una sanidad pública que atienda a toda la población, independientemente de su situación administrativa, con gestión democrática, centrada no en lo curativo y el “hospitalcentrismo”, sino que actúe contra los determinantes sociales y económicos de la enfermedad.

Ello implica:

  • Potenciar la atención primaria y la salud pública.
  • Prohibir el ánimo de lucro en el sistema sanitario, derogando las leyes privatizadoras.
  • Acabar con las redes sanitarias paralelas que se nutren del dinero público.
  • Reforzar el sistema sanitario con más plantillas.