El Hospital San Juan de Dios de León implanta un neuromodulador a una paciente con dolor ciático crónico

Emillio Bronte y Alejandro Rabanal, de la Unidad del Dolor del centro médico, fueron los encargados de intervenir a una joven con esta técnica innovadora que pasa por estimular las raíces posteriores de la médula espinal.

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El Hospital San Juan de Dios de León implantó el pasado viernes 31 de julio, y por primera vez en su historia, un neuroestimulador medular a una paciente con dolor crónico radicular (ciática) que no cedía ante el tratamiento convencional con fármacos.

Los médicos anestesistas Emilio Bronte y Alejandro Rabanal, de la Unidad del Dolor del Hospital San Juan de Dios, fueron los encargados de intervenir a la joven con una técnica quirúrgica que pasa por estimular las raíces posteriores de la médula espinal para modular la percepción que llega al cerebro del dolor.

Así, colocaron unos electrodos en el espacio epidural – próximo a la columna vertebral de la paciente- para transmitir suaves impulsos eléctricos a sus estructuras nerviosas.

El procedimiento se realiza en dos tiempos. En este sentido, y tras un periodo de prueba favorable de tres semanas, en una segunda intervención se le implantará el neuromodulador definitivo, un dispositivo electrónico no mucho mayor que un reloj. “Es costoso y hay que asegurar que funciona”, según argumentó Rabanal.

Cuando el dolor crónico es complejo y su tratamiento con fármacos, cirugía, bloqueos nerviosos con anestésicos locales o terapia física no ha sido suficiente, la neuromodulación se revela la alternativa.

Ayuda a reducir la medicación llegando en algunos casos a retirarlo completamente si el dolor desaparece. Con la ventaja que supone evitar los efectos secundarios de algunos tratamientos farmacológicos.

Esta técnica innovadora está especialmente indicada cuando el dolor es de tipo neuropático y lleva afectando a la espalda, cuello, brazos o piernas durante más de seis meses.

Una enfermedad en sí misma

El dolor crónico y recurrente debe considerarse como una enfermedad en sí misma y no como un síntoma. Y se debe hacer en el momento en que deja de advertir de algún peligro en el organismo, de tener una función defensiva, para convertirse en un problema que, la mayoría de los pacientes, se han echado a la espalda, una estructura de soporte básica.

Así, el dolor que persiste o recidiva durante más de seis meses está presente, según la Sociedad Española del Dolor (SED), en el 11 por ciento de la población española. Una experiencia sensorial y emocional desagradable que tiene un gran impacto en la calidad de vida de quien la sufre.