El Hospital San Juan de Dios de León incide en el impacto social y económico del dolor crónico

Los doctores Alejandro Rabanal y Adolfo Gutiérrez advierten de que “su infradiagnóstico conlleva un gran coste para el sistema sanitario“.

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Entre ocho y nueve millones de personas en España padecen dolor crónico, pero sólo un 15 por ciento se abordan en atención especializada. Desde la Unidad del Dolor del Hospital San Juan de Dios de León, los doctores Alejandro Rabanal y Adolfo Gutiérrez hacen hincapié en el impacto social y económico de una experiencia sensorial o emocional desagradable que debe ser abordada como una enfermedad, no como un síntoma desde el momento en que deja de advertir de algún peligro en el organismo, de tener una función defensiva, para convertirse en un problema que, la mayoría de los pacientes, se han echado a la espalda, una estructura de soporte básica.

“Se trata de un problema de salud pública que ocasiona un grave deterioro de la calidad de vida de los pacientes que lo sufren y de todo su entorno“, advierten en el marco del Día Mundial del Dolor sin olvidar que “su infradiagnóstico conlleva un gran coste para el sistema sanitario“.

En los últimos años se han realizado importantes avances en el conocimiento de los mecanismos fisiopatológicos del dolor, que están sirviendo para el desarrollo de tratamientos cada vez más personalizados. Sin embargo, según precisan los anestesiólogos del centro médico leonés, “es necesario ahondar en los factores de riesgo relacionados con su presencia y evolución para poner en marcha estrategias orientadas a su prevención y óptimo control“.

El dolor de causa musculoesquelética es, junto al neuropático, uno de los más frecuentes. Dentro de él, la lumbalgia es uno de los motivos de baja laboral y consulta médica más habitual sin obviar una artrosis de rodilla, cadera y manos que complica la realización de las actividades de la vida diaria como levantarse o sentarse.

Comorbilidades y consecuencias

La infiltración epidural (con corticoides y anestésicos locales), la radiofrecuencia, la infusión espinal y la neuroestimulación -para modular la percepción que llega al cerebro del dolor- tratan de dar respuesta a un tipo de paciente que no siempre queda satisfecho con los resultados obtenidos.

En este sentido, los procesos dolorosos con frecuencia coexisten con otras enfermedades como la depresión o la diabetes, así como con trastornos del sueño, y se retroalimentan entre sí. Es decir, “determinadas patologías favorecen la aparición del dolor, tanto como el dolor condiciona su presencia y evolución“.

Una realidad con consecuencias sociales y laborales para los afectados que, a menudo, refieren el temor a quedarse sin trabajo ante la acumulación de días perdidos y la necesidad de pedir un cambio de responsabilidades. Y todo ello sin obviar la amenaza que el dolor crónico, cuya naturaleza es impredecible, representa para sus relaciones interpersonales.

“Es importante abordarlo desde una perspectiva multimodal, en la que se impliquen todos los profesionales que tratan a estos enfermos y se fomente la coordinación entre niveles asistenciales“, concluyen los responsables de la Unidad del Dolor del Hospital San Juan de Dios de León.