El Hospital San Juan de Dios de León incide en la importancia de la neurorrehabilitación tras un ictus

El doctor José Antonio Alcoba apuesta por, en el marco del Día del Daño Cerebral Adquirido y el Día Mundial del Ictus, “dar continuidad” a una terapia que es clave para recuperar la autonomía perdida.

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El daño cerebral adquirido es tan complejo como el órgano al que afecta. Es un mal de mil caras al que se llega tras sufrir accidentes cerebrovasculares, traumatismos, enfermedades infecciosas o tumores. Pero que, sobre todo, cambia la vida de quien lo padece de un día para otro.

Su principal causa es el ictus, que puede estar provocado por una arteria obstruida (isquémico) o por la rotura de un vaso sanguíneo (hemorrágico). “En un 80 por ciento de los casos se produce por la presencia de un tapón o coágulo”, explica el doctor José Antonio Alcoba Pérez, responsable del servicio de Rehabilitación del Hospital San Juan de Dios de León, un centro que recibe al año a cerca de un centenar de pacientes afectados por una patología que el próximo jueves celebra su día mundial.

 “Vienen derivados de Urgencias y Neurología del Complejo Asistencial Universitario de León (CAULE)”, señala el experto en una apuesta por la neurorrehabilitación para recuperar la autonomía perdida.

“Potenciar su plasticidad cerebral es clave en los primeros meses”, asegura en un intento por subrayar la importancia de una intervención temprana a la que, además, hay que “dar continuidad” para mejorar el pronóstico de unos pacientes que, en dos terceras partes de los casos, presentan secuelas.

No en vano, el ictus es la tercera causa de mortalidad (por detrás de la enfermedad coronaria y el cáncer), la primera de invalidez permanente y la segunda de demencia después del alzhéimer. “Muchos acaban institucionalizados en residencias”, según lamenta. Una situación en la que el papel de la trabajadora social, a la hora de gestiona ayudas y buscar plazas, es fundamental.

Pero antes de que eso ocurra en el servicio de Rehabilitación de San Juan de Dios, que suma siete fisioterapeutas, se trata de llevar sus capacidades al límite con la implicación de la familia, el principal vínculo con el mundo que les rodea, en una motivación constante en su lucha contra la adversidad.

“Trabajamos el equilibrio y la marcha”, indica Alcoba al precisar que “volver a caminar siempre es su principal preocupación”. Todo ello sin obviar la recuperación del lenguaje y la deglución, así como el manejo del miembro superior.

El servicio de Rehabilitación de San Juan de Dios, que se apoya en una neuropsicóloga y una logopeda, echa mano de técnicas como la electroterapia para estimular los músculos afectados: “El enfoque debe ser multidisciplinar”.

La incidencia de esta enfermedad va en aumento, en paralelo al envejecimiento de la población y a unos hábitos de vida manifiestamente mejorables, según constata la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Factores de riesgo y señales de alarma

En este sentido, el doctor Alcoba, hace hincapié en la necesidad de conocer los factores de riesgo –hipertensión arterial, arritmias como la fibrilación auricular, elevado colesterol, diabetes, apnea del sueño, abuso de tóxicos, mala alimentación y sedentarismo- para mantenerlos a raya.

Las señales de alarma que alertan de un posible episodio son debilidad repentina o adormecimiento de la cara, el brazo o la pierna, especialmente de un solo lado del cuerpo; confusión súbita, alteración del habla o del entendimiento; problemas repentinos en la vista en uno o ambos ojos; dificultad repentina para caminar, mareos, pérdida de equilibrio o de la coordinación; y dolor de cabeza muy fuerte sin causa aparente.

Ante cualquiera de estos signos, aunque desaparezcan tras unos minutos, se debe acudir al hospital o llamar al 112. Y es que por cada minuto que el cerebro está en una situación de falta de riego sanguíneo mueren dos millones de neuronas.