El humor llega al Auditorio de León de la mano de Rosario Pardo y Nuria Mencía

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‘La respiración’ parte de un hecho dramático, la separación de una mujer que lleva 15 años con su pareja y ve cómo un día, de la noche a la mañana, todo se termina. Nagore (Nuria Mencía) lleva un año sufriendo la pérdida y siente que está en crisis, no se encuentra, no sabe qué hacer, sigue echando de menos mucho a su ex. Su madre (Rosario Pardo) aparece entonces en escena y le azota la conciencia con sus consejos, le sugiere que se deje llevar por una fantasía, que se adentre en otros mundos, que empiece a descubrir otras posibilidades para que no se quede aferrada a un solo recuerdo. La memoria tiene que servir para crear cosas nuevas, hay que vaciar el cuerpo y la mente como quien vacía un armario para que entren cosas nuevas.

Nagore entonces hace caso a su madre y deja que entren en su vida un profesor de yoga (Pietro Olivera), su hermano fisioterapeuta (José Ramón Iglesias) y su hijo, que es preparador físico, (Martiño Rivas). A las clases de yoga también asiste la novia del hijo (Camila Viyuela). Los personajes masculinos representan el cuidado y la salud del cuerpo, mientas que las mujeres encarnan la parte más cerebral, todas ellas son juristas y abogadas. Ambos mundos se encuentran y conviven en esta historia que plantea una reflexión sobre qué es el amor, cómo amamos, cómo el amar a unos no significa necesariamente dejar de amar a otros.

Esta es la sinopsis de esta comedia romántica, transgresora y en parte autobiográfica del director y autor madrileño Alfredo Sanzol. Una producción de las compañías Teatro La Abadía y Lazona  que cuenta con un reparto encabezado por Rosario Pardo (que sustituye a Verónica Forqué, tras ser operada de una lesión en la espalda) y que completan Nuria Mencía, José Ramón Iglesias, Pietro Olivera, Martiño Rivas y Camila Viyuela.

¿Realidad o fantasía?

Sanzol explica que “a lo mejor todo lo que vemos en el escenario transcurre en la cabeza de Nagore, es una fantasía y por eso no hay necesidad de recrear los espacios físicos. En ese mundo de imaginación todos se aman, todos se quieren y todos comparten cosas”. El punto de partida es el miedo a la soledad de la protagonista. Y si es en efecto una fantasía, es la madre quien la ha preparado para que Nagore entienda que “existen otras maneras de vincularse, para que salga de ese pozo en el que se encuentra a través del acercamiento a otras realidades y para que el viaje le ayude a ver y valorar por sí misma cómo se puede estar sola y estar bien, y cómo es un tránsito necesario para recuperar el bienestar”.

De ahí que el escenario esté inundado con las cosas de Nagore y con los personajes que pueblan su cada vez más animada vida imaginaria. Todo y todos una vez que aparecen permanecen allí arropándola, formando parte del libre fluir de su pensamiento. Empezar de nuevo y volver al principio vital, el continuo movimiento “que todos efectuamos sin ser conscientes pero que determina nuestra existencia”, respirar, ese es el punto de partida del último espectáculo de Alfredo Sanzol,  creador de ‘En la luna’, ganadora de tres Premios Max.

Esta obra cuenta, en clave de comedia, las alegrías y penas de una mujer separada, en trance de recuperar su autoestima y de rehacer su vida. Gracias a los consejos de su madre, que tiene una intensa vida amorosa, este proceso se convierte en una verdadera aventura. ‘La respiración’ teje una red de relaciones familiares y afectivas, que ayudarán a Nagore a encontrar un nuevo equilibrio.

“Quiero volver a tener una familia”; con esta frase inequívoca de Nagore comienza la primera escena. Las peripecias de la obra, que se suceden con una aceleración propia de la comedia pero sin impedir que aflore la emoción, son el recorrido que Nagore necesita para coger aliento para poder abordar una nueva etapa vital y afectiva. Para explorar en sí misma y a su alrededor un mundo desconocido. No en balde una de las citas literarias que Sanzol toma como referencia para esta obra es esta: “Para venir a lo que no sabes, has de ir por donde no sabes.” (Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo).

‘La respiración’ habla de la facilidad, o no, de asumir cambios vitales; en este sentido algunos de los personajes parten de una actitud flexible, otros van aprendiendo. También habla del carácter excluyente y posesivo del amor frente a una energía más abierta, compartida. Y de la conexión entre mente y cuerpo, que se nutren y se reflejan el uno al otro; de ahí la importancia de cuidar de ambos. Relacionado con esto, Sanzol alude a otra cita literaria: “Respira, amigo mío, respira esta insignificancia que nos rodea; es la clave de la sabiduría, es la clave del buen humor.” (Milan Kundera. La fiesta de la insignificancia). Contrario a su costumbre de terminar de escribir una obra y después iniciar su labor como director de escena, en este caso Sanzol ha querido desarrollar el texto en estrecho contacto con los actores del reparto, al hilo de las improvisaciones en dos talleres previos, para dejarse “contaminar por sus mundos, sus cuerpos y sus fantasías”.

Así, la trama que imaginó en un primer momento se ha ido transformando. Del punto de partida, que tenía un aire entre cuento de hadas y comedia romántica shakespeariana… “Este argumento me lleva visitando desde hace un tiempo y está tumbado en el sofá de mi imaginación sin que yo sepa cuánto tiempo piensa quedarse. Me gustaría que como un amor provisional se convirtiera en un amor duradero; y si se va, que el argumento que lo sustituya, como el amor, sea mucho mejor. Esa es nuestra esperanza”.