La Fundación Marcelino Oliver defiende el «Perdón» como motivo de bienestar

"Nino Oliver paralizó todas causas judiciales pendientes hacía la otra persona y presentando una carta en los juzgados exponiendo que quería perdonar a la persona que mató a su padre"

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Mi padre fué atropellado por un coche causándole la muerte mientras montaba en bicicleta, su pasión, Nino Oliver paralizó todas causas judiciales pendientes hacía la otra persona y presentando una carta en los juzgados exponiendo que quería perdonar a la persona que mató a su padre, de ésta manera nació la Fundación Marcelino Oliver para que todo el mundo conociera los benéficos del Perdón

La navidad es una época del año propicia para hablar del Perdón. Nadie habla de perdonar todo lo contrario se habla de demandas, se habla de rencores hacía otros simplemente por ser de equipos de fútbol diferentes, da miedo ver las noticias con todo el mal que está sucediendo. Nos enfadamos por política entrando en guerra con los amigos y la familia, estamos viviendo en un caos de odio en una vida que sólo se vive una vez no somos capaces de ponernos frenos a nosotros mismos lo cual no nos permite conocer los beneficios que supone el perdonar, nos pasamos la vida esperando que sea el otro el que nos pida perdón, no tenemos que esperar que vengan a  pedirnos perdón, se puede ser proactivo y dar el primer paso aún cuando sientas que no hayas sido el causante de la pelea o el malentendido. Por supuesto no es nada sencillo dejar el orgullo, pero experimentar el don del perdón hacía una persona a la cual lo normal es odiar es sin duda descargar esa mochila que llevas cargada de piedras sobre tus hombros.

El Perdón es la herramienta perfecta y fundamental para provocar los cambios que necesitamos en nosotros mismos y en nuestras relaciones con los demás.  En el momento en el que perdonamos estamos dejando de lado emociones tóxicas que nos mantienen alejados del otro. El poco o mucho rencor, resentimiento, rabia o enfado que pueda haber hacia la otra persona desaparece, se diluye, quedando un espacio abierto para volver a compartir momentos con el otro.