Las DOS Urracas: Tía y sobrina

Urraca I de León fue la primera reina por derecho propio de Europa y gobernó su reino en solitario, sin contar con el aval de ningún hombre

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Ahora León / Noticias de León / Opinión: Alicia Valmaseda

Con este pequeño artículo pretendo salir al paso de la reiterada confusión que se produce casi siempre que se habla de “Doña Urraca” ya que se confunde, reiteradamente, en una sola persona a la Infanta Doña Urraca “La Zamorana” (1033-1101), hija de los reyes Sancha I de León y Fernando I “El Magno”, hermana por tanto del rey Alfonso VI de León “El Bravo” y a la reina Urraca I de León “La Temeraria” (1081-1126) hija del citado Alfonso VI de León y de su primera esposa Constanza de Borgoña.

En la mayoría de ocasiones se mezclan dos figuras, dos grandes mujeres de la historia leonesa y universal que, siendo tía y sobrina, llevaban el mismo nombre y compartían una gran fortaleza de carácter y el empeño, impropio de la época, de no admitir que por el hecho de ser mujeres tuvieran que estar sometidas a varones que eran inferiores a ellas en personalidad e inteligencia.

Cierto es que con lo poco y mal que se enseña la historia de León, es un error que puede darse con facilidad entre personas no avisadas pero lo que es inconcebible es que el Ayuntamiento de León contribuya a dicha confusión con motivo de la colocación de un busto de la Reina Urraca I de León (bien rotulada en su pedestal) pero con una Nota de prensa de la que, lo mínimo que se puede decir, es que es confusa.

Dice la nota que fue “Protectora de San Isidoro y del Panteón Real de León” y, dejando aparte el hecho de que todos los reyes leoneses a partir de quienes lo mandaron construir, Sancha I y Fernando I, lo fueron, a quien se conoce como gran protectora de San Isidoro es a la Infanta Doña Urraca que fue quien donó sus joyas para realización del famoso cáliz de Doña Urraca, del que actualmente se discute si es el Santo Grial, asunto en el que nada tiene que ver la Reina Urraca I.

Pero lo que es realmente “para enmarcar” es que se diga, textualmente: “Es el semblante de una mujer entre 45 y 50 años, a semejanza de Doña Urraca en su plenitud.” Es posible que entre los 45 y los 50 años la reina Urraca I de León hubiera estado en su plenitud si no fuera por el “nimio detalle” de que falleció, al parecer de parto, con 44 años.

Una breve mención de los hechos más relevantes de cada una de ellas, ayudará a distinguirlas mejor:

La Infanta Doña Urraca, apodada “La Zamorana” por haber recibido como herencia de sus padres, la ciudad de Zamora (además de la mitad de las rentas del Infantado Leonés) es una de las protagonistas del famoso “Cerco de Zamora” motivado por la ambición y doblez de su hermano Sancho I de Castilla que pretendió apoderarse de la herencia de todos sus hermanos. Además fue la principal valedora de su hermano Alfonso VI y su consejera y apoyo durante toda su vida. Fue dómina del Infantado y nunca se casó.

A la muerte de Alfonso VI sin descendencia masculina, en 1109, deja como heredera del trono de León a su hija mayor Urraca, que llevaba viuda dos años y era madre de dos hijos, la infanta Sancha y el futuro Alfonso VII “El Emperador” (de 14 y 4 años respectivamente) con la promesa de que se casaría con Alfonso I “El Batallador” de Aragón y Pamplona ya que Alfonso VI parecía pensar que, al igual que sucediera en el caso de su madre, Sancha I de León, lo lógico era que el marido de la Reina fuera quien, pese a no ostentar el derecho, rigiera el reino.

Sin embargo, Urraca I no compartía esa idea y el inicio de su reinado, en el tiempo que duró su matrimonio con “El Batallador”, antes de ser anulado por el papa por consanguinidad de los contrayentes, estuvo marcado por las luchas con su segundo marido que pretendía despojarle de sus derechos, cosa que ella no consintió, siendo famosa su frase “El rey soy yo” y firmando su documentación como “Emperadora de León y Reina de toda Hispania”.

Urraca I de León fue la primera reina por derecho propio de Europa y gobernó su reino en solitario, sin contar con el aval de ningún hombre.

Y para terminar, si conocemos a los reyes de León por su nombre más el dígito correspondiente a su lugar en el trono y se reserva el “Don” y “Doña” para anteponerlos a los nombres de los Infantes, no es entendible que a la Reina Urraca I se la llame “Doña Urraca” como si de una Infanta se tratara.