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HP, en colaboración con el Cabildo de la Real Colegiata de San Isidoro de León, ha presentado hoy el desarrollo de un modelo 3D del cáliz de doña Urraca -considerado por muchos como el auténtico Santo Grial utilizado en la Última Cena. Un tesoro de incalculable valor patrimonial y emocional que ahora se pone en las manos de los visitantes, gracias a la última tecnología de HP y al equipo de I+D de la compañía en León. Las últimas técnicas en tecnología de escaneo 3D no invasivo de este modelo tridimensional, han permitido que los interesados que acudan al museo románico de San Isidoro puedan no sólo contemplar el enigmático cáliz expuesto en una vitrina bajo las máximas medidas de seguridad, sino también disfrutar de una experiencia interactiva e inmersiva que permite apreciar en detalle las filigranas de orfebrería del siglo XI y “tener en las manos” la preciada reliquia.

La Real Colegiata de San Isidoro, que alberga este museo y que incluye el Panteón de los Reyes, está considerada como uno de los mejores conjuntos románicos de toda España. Desde la publicación en 2014 del libro Los reyes del Grial escrito por los investigadores Margarita Torres y José Miguel Ortega, casi 130.000 turistas acuden allí cada año a ver de cerca la es considerada como la reliquia más importante de la cristiandad: el cáliz que se utilizó en la Última Cena.

El cáliz de doña Urraca se expone dentro del museo en una vitrina, protegido por cristales antibalas e iluminado desde distintos ángulos. Está compuesto por un copón de piedra de ónice que le sirve de peana, de procedencia grecorromana, y recubierto de oro por los orfebres de León a petición de doña Urraca “para que el recipiente original jamás fuera tocado por ningunos labios humanos”, en un trabajo artístico de gran delicadeza, con múltiples filigranas en forma de arquillos, espirales y caracoles. El cáliz lleva engastadas asimismo, las perlas, esmeraldas, amatistas y zafiros propiedad de la propia doña Urraca y que esta donó para embellecer la copa. Según la interpretación de los investigadores a partir de unos pergaminos localizados en la biblioteca de El Cairo, el cáliz habría viajado desde Jerusalén a Egipto, de ahí a Denia y, en 1055, lo habría recibido Fernando I El Magno, rey de León y padre de doña Urraca, como regalo del emir de la taifa de Denia.