Falta poco para el inicio de los Juegos Olímpicos y Brasil está por construir, bueno tanto como la ciudad de Río de Janeiro no, pero las instalaciones no están como los deportistas desearían.
Edificios por terminar, aguas literalmente infestadas de basura… Son muchas cosas las que me llevan a preguntar qué ha pasado o más bien que se ha negociado para acceder a realizar las más importantes competiciones deportivas del mundo en un lugar con tantas lagunas técnicas.
Sea como fuere ya es tarde para cambiar, pero supongo, creo y espero que esto sirva para hacer reflexionar a los organizadores. No todo vale, no todo es Samba y Carnavales.
Hay que ser un poco más selectivos y ante todo no nos podemos dejar llevar por el no sé que… que ha dejado a este evento deportivo en un lugar tan alejado del que se merece, la perfección, la sincronización, en fin una buena organización.
El día cinco arranca, para bien o para mal y seguro que todos los que no hemos podido desplazarnos a Río, estaremos apoyando a nuestro respectivo país desde el sofá de casa o detrás de una cerveza en nuestro bar favorito.
Desde detrás del televisor, nuestra visión de los Juegos Olímpicos se verá influenciada por los medios de comunicación y la difusión que estos nos quieran ofrecer. No cabe duda de que los principales afectados por las deficitarias zonas donde se desarrollarán las pruebas atléticas, serán los deportistas, nuestro más preciado tesoro en este tipo de eventos.
Los directivos que finalmente acaban tomando la decisión final que lleva a nuestros atletas nacionales de un sitio a otro, deben de tener en cuenta la seguridad de éstos y más en los tiempos que corren, dejando muy de lado sus “posibles conveniencias”. Espero que Tokio 2020 sea otra historia diferente.
