Violencia vicaria, el «daño más extremo» de la violencia machista

Desde que se tienen registros, en el año 2013, 39 menores han sido asesinados por sus padres o las parejas o ex parejas de sus madres.

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El caso de las niñas de Tenerife ha vuelto a situar en el foco mediático y político la violencia de género, y una de sus expresiones más crueles, la violencia vicaria. Según el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, está considerada como el «daño más extremo» que puede ejercer un maltratador hacia la mujer, con la agresión o asesinato de sus hijos.

«No volverás a verlas». Fueron las palabras que Tomás Gimeno le dijo a su ex pareja Beatriz Zimmerman el día que secuestró a sus hijas Anna y Olivia, de 1 y 6 años, respectivamente. Esa amenaza ocurrió el pasado 27 de abril, y este jueves, se halló en el mar el cadáver de la hermana mayor, y en estos momentos continúa la búsqueda de la pequeña y el padre.

Por desgracia, el caso de Olivia y Anna no es el único ejemplo de violencia vicaria, aquella en la que el agresor utiliza contra los hijos e hijas como instrumentos para hacer daño a la madre que ya se ha separado de él, según la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell.

La Ley de Protección a la Infancia, recientemente aprobada en el Congreso, reconoce como violencia machista aquella que, «con el objetivo de causar perjuicio o daño a las mujeres», se ejerce sobre sus familiares o allegados menores de edad por parte de los maltratadores». Rosell ha afirmado que esta ley representa un gran avance porque visibiliza un problema, «cuando un hombre se separa y ya no puede hacer daño de forma directa a la mujer, le golpea donde más le duele, a través de sus hijos».

Esta norma establece que ante el primer síntoma de violencia y de agresividad en separaciones y divorcios, de comportamientos de subordinación de los mujeres y los hijos, se deben suspender las visitas y comunicaciones con un posible agresor y posteriormente escuchar a los niños con la calidad y en el entorno que merecen. «Se trata de actuar antes, no después, porque el derecho penal, la policía, etc. actúan con el hecho ya consumado y entonces es demasiado tarde», ha manifestado la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género.

Rosell ha detallado que «el interés superior del menor no es que mantenga el contacto con ambos padres, si uno es un posible agresor; sino su derecho a una vida libre de violencia». Desde que se tienen registros, en el año 2013, 39 menores han sido asesinados por sus padres o las parejas o ex parejas de sus madres.

El concepto de violencia vicaria ha acaparado el foco mediático desde la emisión del documental ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’, en el que Rocío Carrasco denuncia que su ex pareja Antonio David Flores, no solo le maltrató a ella, sino que utilizó a sus hijos para redoblar el daño. Y el caso de Anna y Olivia, que ha vuelto a conmocionar a la sociedad española, recuerda también al de José Bretón, que tras no aceptar la separación de Ruth Ortiz, asesinó a sus hijos de 2 y 6 años.