«El caso es que las PAS nos sentimos diferentes, porque lo somos»

Los que no son PAS no vienen “de fábrica” con un cerebro y un sistema nervioso configurado para ver las sutilezas (buenas y malas) y reactivo tanto a estímulos agradables como desagradables, como sí que venimos las PAS.

0

Ahora León / Noticias de León / Alta Sensibilidad

Desde hace un tiempo hasta aquí, escucho con demasiada que la alta sensibilidad de por sí no existe sino que los que nos identificamos con ello es porque en realidad somos personas traumatizadas y producto de este trauma surge esa «alta sensibilidad», confundiendo el rasgo con la ‘hipersensibilidad’

Es cierto que el hecho de que la alta sensibilidad no esté incluida en ningún manual diagnóstico (porque entre otras cosas no es una patología) y porque aún no es conocida como se debe, nos dificulta las cosas a los que tenemos el rasgo.

Me gustaría empezar diciendo que el hecho de que la ALTA SENSIBILIDAD, esta reconocida desde hace años como un rasgo de las personalidad por la Asociación Americana de Psicología y en España contamos con el gran trabajo científico de la Asociación de Profesionales de La Alta Sensibilidad de España, PAS ESPAÑA, junto a la Asociación Activos y Felices.

Y en segundo lugar, quiero señalar que yo, soy PAS, y no soy una invención de nada, ni de nadie, los PAS somos personas que funcionamos de forma diferente a la mayoría, sin ser esto ni de lejos algo patológico. No estoy loca, ni soy rara… se lo puedo asegurar.

Si me preocupa que algunos profesionales de la salud (que no son PAS y que honestamente no han leído la numerosa investigación sobre el tema) afirman que la alta sensibilidad no existe y que simplemente somos personas traumatizadas. Y que la alta sensibilidad no es más que una manera “políticamente correcta” de llamar a las personas traumatizas que no se quieren ver como tal y que ven mucho más bonito y amable “encajarse en la etiqueta de ser PAS”.

Estas ideas no solo que no son ciertas (y no es cierta porque lo opinemos unas cuantas PAS, sino porque hasta la fecha hay ya suficientes datos científicos que la invalidan) sino que puede ser muy dañina para algunas personas que sí que son altamente sensibles.

Las PAS NO somos personas traumatizadas que hemos cogido una etiqueta que «inventó» la doctora Aron y que utilizamos como excusa para no gestionar nuestro trauma o un sistema nervioso desregulado.

Las personas que efectivamente somos altamente sensibles nos hemos visto y sentido unos «bichos raros» toda nuestra vida, y hemos intuido nuestra diferencia del resto de la gente aunque no supiésemos a qué achacarla, nos hemos sentido no entendidos, mal-entendidos, o alienados en una sociedad que parecía que no estaba hecha para nosotros (también hay que decir que una minoría de PAS han llevado esta diferencia desde siempre como algo bueno).

Y es que ser diferente no es igual a estar traumatizado y al revés, el trauma no te hace diferente.

Pero la diferencia que tenemos las PAS con los que no tienen el rasgo es otra cosa; es un funcionamiento cerebral y del sistema nervioso (con suficientes estudios a estas alturas que lo avalan) que nos hace tener unas particularidades que no tienen el 80% de la población.

El caso es que las PAS nos sentimos diferentes, porque lo somos.

Las PAS podemos disfrutar de cosas pequeñas que pasan desapercibidas para la mayoría de la gente, deleitarnos hasta las lágrimas con el arte, o con la naturaleza, quedarnos absortos con la belleza de tantas cosas, enamorarnos muy intensamente de personas o de ideas, quedarnos inmersos en un libro que nos apasiona o en nuestros múltiples intereses y un larguísimo etc.

Las PAS podemos tener una especie de resaca emocional, como consecuencia de haber vivido experiencias buenas pero muy estimulantes como es el día de tu boda, o un acontecimiento positivo importante pero que nos activa mucho.

Los que no son PAS no vienen “de fábrica” con un cerebro y un sistema nervioso configurado para ver las sutilezas (buenas y malas) y reactivo tanto a estímulos agradables como desagradables, como sí que venimos las PAS.

Algo también básico en este tema, es que para ser PAS hay que tener los cuatro pilares de la alta sensibilidad: procesamiento profundo de la información, intensa emocionalidad y empatía, sentidos más sensibles o desarrollados y tendencia a la sobreestimulación.

Muchas Pas precisamente por este pilar del rasgo, por ser capaces de «pensar más allá» de ver donde otros no ven, son grandes solucionadoras de problemas, o artistas, o tienen trabajos donde ese procesar la información a nivel profundo se convierte en su ventaja.

Además, la percepción del detalle y las sutilezas, que es tan característica del rasgo, las Pas podemos vivir en un estado de hipervigilancia continua.

Por otro lado, la emocionalidad de las PAS, repito, va en los dos sentidos, y también la tenemos para las cosas buenas.

El tema de la empatía en las PAS por cierto es algo objetivo, puesto que se han hecho suficientes estudios con resonancias magnéticas donde se puede comprobar que a nivel cerebral a las PAS se nos activa el área de la empatía más que a otras personas que no tienen el rasgo.

Otro punto importante en la narrativa de que la alta sensibilidad no existe o que es producto de un trauma es el hecho de que no admiten que haya niños y niñas altamente sensibles (NAS).

Y justifican este hecho, diciendo que los considerados NAS son en realidad niños y niñas traumatizados.

Porque la alta sensibilidad, no lo olvidemos, tiene que ver entre otras cosas, con tener un sistema nervioso reactivo, o más reactivo a estímulos que el de la mayoría.

Los NAS) ya presentan manifestaciones continuas de su alta sensibilidad desde muy pequeños: les pican las etiquetas o les molestan ciertos tejidos por la sensibilidad sensorial característica del rasgo, tienden a defender a los niños más desvalidos, porque ya desde pequeños muestran una necesidad de paliar las injusticias (algo típico en el rasgo también) o se plantean cuestiones trascendentales como la muerte o el concepto de infinito.

O son muy observadores, imaginativos, y creativos y un largo etcétera de manifestaciones propias de un niño o niña que tiene el rasgo.

Aquí hago un pequeño paréntesis para decir, que, por favor, POR FAVOR, no patologicemos a los niños altamente sensibles, porque así sí que van a tener una probabilidad alta de que acaben traumatizados, patologizados y mal-diagnosticados.

Esta invalidación viene del hecho, de que al funcionar diferente a la mayoría, cuando expresamos lo que sentimos, pensamos o percibimos, solemos toparnos con un mundo que nos dice que «somos demasiado sensibles», que nos lo tomamos todo a la tremenda o a personal, que no sabemos divertirnos, que no vamos a llegar a ningún sitio siendo así, etc.

Las PAS somos todas personas intensas y de hecho esta intensidad es una de las partes de la alta sensibilidad que más nos cuesta manejar a nuestro favor en general y en las relaciones sociales en particular.

Normalmente tenemos problemas de diferencias de intensidades con el resto de gente, y sentimos que nos aburren las charlas superficiales y que necesitamos ir a los temas más en profundidad, por poner uno de tantos ejemplos.

Otro punto más es que la alta sensibilidad es algo que se hereda, por lo tanto las PAS tenemos un progenitor (a veces los dos que son también altamente sensibles).

Me gustaría recordar que desde el principio de los tiempos hay personas que les cuesta concebir que existan otros seres humanos que sean diferentes a ellos y a la mayoría.

La diferencia siempre se ha negado y patologizado, o incluso castigado, tanto por profesionales de la salud como por las instituciones, y por la población en general.

Pero afortunadamente, de un tiempo a esta parte se está investigando que sí, que las personas diferentes o neurodivergentes (que es el término científico más exacto que se está empezando a utilizar) existimos y siempre hemos existido y que hay justificaciones evolutivas para nuestra existencia.

No somos una aberración de la normalidad ni estamos «de sobra».

Y no, no son etiquetas ni diagnósticos (aunque cada uno lo puede tomar como quiera). Somos como somos, le pongamos nombre o no.

Lo que ocurre es que nombrarnos nos ayuda a definirnos, a hacer visible nuestra existencia, a reconciliarnos con nuestra diferencia ante nosotros y ante los demás, y sobre todo nos ayuda a sanarnos, a cuidarnos, a ACEPTARNOS, tanto si tenemos trauma como si no.

Y por último, me gustaría aclarar, que de verdad, con este post no es mi intención señalar a nadie, pero me preocupa esta forma tan dañina se está poniendo de moda entre profesionales de la salud y entre algunos psicólogos (que honestamente, no se han informado sobre la alta sensibilidad) y por otra parte, porque mi objetivo es informar, divulgar y educar en la alta sensibilidad para prevenir precisamente que se nos patologice y por tanto que no se nos atienda como necesitamos.

Si tienes dudas, te sientes PAS… puedes contactar conmigo en asociacion@activosyfelices.org