Sara García: «Me llamaron el 11 de noviembre y me dijeron: ‘¡Lo has consegido! Formas parte de la Agencia Espacial de Astronautas de 2022.

En Colonia, mi compañera de dinámica de equipo era una piloto de British Airway, profesora de física y campeona de triatlón, luego estaba con una neurocientífica que era trapecista (…) todo gente guay”, cuenta Sara. 

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Victoria y Carolina de Estirando el chicle’ entrevistan a  Sara García Alonso, primera astronauta española. Quien viene a contar con pelos y señales cómo ha sido el proceso para formar parte de la Agencia Espacial Europea y, además, cómo saca tiempo para practicar artes marciales, hacer ganchillo y tener una vida. También, hablarán sobre la investigación del cáncer que está haciendo Sara y sobre el turismo espacial.

“Hay muchos niños que soñaban con ser astronautas, ¿cómo llegó a tu vida? ¿Era tú sueño?”, pregunta Carolina. “Bueno, como cualquier niña, yo quería ser muchas cosas: química, astronauta, patinadora del Carrefour…Yo era muy racional y no me lo esperaba, tampoco se estudia para ser astronauta, hay muchas vías para acceder a este puesto. Salió una oportunidad de la Agencia Espacial Europea en 2021 y la aterior había sido en 2008. Realmente era una oferta de trabajo, pedían un curriculum, una carta de motivación y rellenar un cuestionario muy raro”, cuenta Sara. “¿Qué preguntas te hacían?”, se interesa Carolina. “¿Cuánto tiempo has pasado en aislamiento? ¿Has estado alguna vez en misiones operacionales en Antártida? ¿Estarías dispuesto a ser sujeto de experimentación humana? ¿Cuántos años estarías dispuesto a estar viajando por cuestiones de trabajo?», cuenta Sara.

«Mi estrategia fue ser honesta y no pensar las respuestas adecuadas porque tampoco las sabía”, dice Sara. “Después de este proceso te llamaron, ¿no?”, pregunta Victoria. ”Fui pasando fases. Había otras 23.000 personas que cumplían esos requisitos. Debías tener una carrera de ciencias, tres años de experiencia de máster, ser menor de cincuenta años, tener carnet de conducir, hablar inglés y subir un certificado médico de un centro de medicina aeroespacial”, cuenta Sara. “¿Puedes tener miopía?”, pregunta Victoria. “Sí puedes. Corregida sí. Es más, yo tenía seis de dioptría y me operé. De hecho, estar operado se ha admitido recientemente, pero ahora con operación o lentillas puedes perfectamente”, dice Sara. “De esas 23.000 personas que se presentaron había datos de cuántos hombres y mujeres se presentaron?”, pregunta Carolina.

«Si al final los requisitos son básicos, ¿a qué crees que se debe que haya tan pocas?”, pregunta Carolina. “Mucha autoexigencia, tampoco había referentes antes, en activo solo estaba una que era la astronauta italiana”, cuenta Sara. “¿Tuviste dudas?”, pregunta Carolina. “Yo me presenté dando por hecho que no lo iba a conseguir, pero leí lo que buscaban y para lo que ellos era el candidato ideal y dije: ‘Yo me veo en esto que piden, aunque no lo haya hecho en la vida’. Después de pasar de fase, quedamos 1.500 y nos llevaron a Habsburgo para hacernos pruebas de inteligencia que duraron 11 horas.  De esos, nos llevaron a 400 a Colonia, y empezamos la tercera fase que era hacer entrevistas con psiquiatras, recursos humanos, dinámicas de grupo, ejercicios sorpresa…”, cuenta Sara. “Es que la inteligencia emocional es lo más importante para que no te sobrepase la situación, ¿no?”, pregunta Carolina.

“¿Tienes que hacer tus necesidades encima?”, pregunta Victoria. “No. Por suerte, tenemos un cuarto de baño muy parecido a los que hay en tierra, pero con succión”, dice Sara. “¿Y se cae al espacio?”, pregunta Victoria. “No. Cae a un recipiente y se almacena y luego se destruye. Y la orina se recicla y te la bebes al día siguiente”, cuenta Sara. “¿Da tiempo a hacer amistades durante las fases?”, pregunta Carolina. “Sí, y para mí ha sido casi lo más bonito del proceso, ya en la primera fase flipaba con el curriculum que tenía la gente. En Colonia, mi compañera de dinámica de equipo era una piloto de British Airway, profesora de física y campeona de triatlón, luego estaba con una neurocientífica que era trapecista (…) todo gente guay”, cuenta Sara.  “Me parece muy complejo que la gente se meta en algo tan competitivo y no sean competitivos entre ellos y se pueda hacer amistad. Después de lo de Colonia, ¿a dónde se pasa?”, pregunta Victoria. “Nos invitaron a 100. Yo fui a Toulouse y viví cinco días en un hospital, con cables y sacándome muestras de todo, me hicieron unas sesenta pruebas médicas para ver que estaba perfecta a nivel médico. Simplemente tienes que estar sano, porque cuando hay una misión, no hay médicos, no se te puede rescatar si estás orbitando en la Tierra de camino a la Luna”, cuenta Sara. “¿Y a nivel salud mental?”, pregunta Victoria. “Se pregunta también sobre eso. Sobre todo, para ver cómo lo vas a gestionar. Imagínate que descubres que eres claustrofóbico. Después de los 100, 50 pasamos a la quinta fase que era un panel de entrevistas. Para mí, fue la más dura con diferencia, era ponerte muy contra las cuerdas y te machacaban con las respuestas y tenías que mantener la compostura. En la última fase, pasamos 25, con el director general de la agencia que nos hizo un cuestionario con cronómetro y de ahí a esperar a que te llamaran», cuenta Sara.

“Respecto al tema de que haya mujeres o no en la ciencia, hay muchas mujeres científicas. El problema es, lo que en ciencia se llama la tijera. Comienzan muchas mujeres en ciencias, pero cuando hablamos de cargos más altos la representación femenina es muy inferior y la presencia masculina, sorprendentemente, es mayoritaria. Cuando en los puestos inferiores han empezado muchos menos hombres”, dice Sara. “Es impresionante, pasa en todas partes, como en la cocina, que dicen que es para mujeres, pero luego todos los chefs que salen son hombres”, dice Carolina.

“Estamos hablando de la parte de ti como astronauta, pero también está la parte de ti como biotecnóloga. Estás investigando sobe el cáncer, ¿no?”, pregunta Carolina. “Lo descubrí en la carrera. Sabía que quería dedicarme a la investigación, pero quería hacer algo que mejorase la vida de la gente y a la sociedad. Me llamó la atención el cáncer por lo complejo que es, me fui a Salamanca para hacer la tesis y desde ahí lo investigo”, cuenta Sara. “Se habla mucho sobre que siempre piden dinero para la investigación. Falta mucha financiación, ¿no?”, pregunta Victoria. “La financiación para la investigación es bastante precaria, desde las becas. Hacer un doctorado es algo muy duro, que requiere mucho esfuerzo y los salarios no compensan. Si no lo haces por mucha vocación, no lo haces. Es una situación muy dura, y luego para conseguir una beca de mil euros al mes necesitas una media de diez y es difícil”, cuenta Sara. “¿Hay esperanza para descubrir algo sobre el cáncer?”, pregunta Victoria. “Se están dando muchos pasos porque es un tema que están investigando miles de personas. La gente habla de cronificar el cáncer, casi ningún investigador o médico habla de curar. Se están dando pasos y se están abordando muchas estrategias, pero falta mucho”, cuenta Sara. “¿Y tú familia cómo lo lleva?”, pregunta Victoria. “Están muy orgullosos, intentan mantenerse un poco al margen y tampoco han presumido mucho, pero la gente lo sabe, al final venimos de León que es una ciudad pequeña”, dice Sara. “¿Y hay envidias?”, pregunta Victoria. “Envidias no, pero comportamientos raros, sí. Como gente que me deja de hablar y no sé por qué. Yo sigo siendo la misma de siempre”, dice Sara. “¿Has ido a terapia para gestionar esto? ¿O lo tienes controlado?”, pregunta Carolina. “Voy aprendiendo. Llevo treinta y cuatro años trabajando en ello. Es verdad que este proceso ha sido muy duro a nivel psicológico, en los momentos que me he sentido sobrepasada, he sabido relativizarlo, a entenderme y conocerme a mí misma”, dice Sara.

«Yo soy mucho de ir a por el 10, sobre todo, cuando estaba en el cole. Pero en este proceso no te puedes preparar para el 10 porque no hay temario, no sabes qué va a pasar y no sabes cuáles son las respuestas adecuadas. Tienes que permitirte improvisar, ser tu mismo, no ser perfecta y cometer errores. Exponerme como soy  me ha servido para ver que no pasa nada y me está ayudando mucho», Sara García

«¿Alguna vez suspendiste algún exámen?», pregunta Victoria.“Creo que no. Pero repetí parvulitos”, confiesa Sara.

Por último, Carolina pregunta: “Sobre el tema de los ricos que están planeando viajes espaciales, ¿qué opinas?». “Toda la incorporación de empresas privadas es avance tecnológico y algo que es intrínsicamente bueno para el desarrollo, porque entra más dinero y entra nueva tecnología que se puede aplicar a investigación, a mejorar las misiones espaciales. O sea que bienvenido sea. Respecto al turismo espacial, se está democratizando el espacio, es algo inevitable que va a pasar. Con el dinero de esa gente se están financiando las investigaciones», cuenta Sara.

Fuente: Pódcast de Victoria Martín y Carolina Iglesias, Estirando el chicle