Rutas de León: Valles del Curueño y del Torío

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Atravesar la montaña central leonesa es adentrarse en un mundo de contrastes, de paisajes y raíces. Sus ríos fríos y limpios, idóneos para la trucha, tallan espectaculares formas en la roca caliza.

Comenzando por el Valle del Curueño. En el municipio de La Vecilla podemos contemplar palacios, torres y casas solariegas, recuerdo de antiguas familias nobiliares. Peculiar es el Museo del Gallo de Pluma, especie autóctona cuya pluma es apreciada por los aficionados a la pesca deportiva que vistan la zona.

Hacia el norte llegamos a Valdepiélago, lugar de retiro de San Froilán en su eremitorio de Valdorria y referente de la repoblación medieval. El Curueño nos muestra su cara más espectacular, con sus cañones y cascadas que cincelan la caliza. En Nocedo, las aguas termales fueron emplazamiento del antiguo balneario. Lugueros, como transición entre la fría caliza y la frondosa vegetación, cargado de Historia con sus vías romanas, sus casas blasonadas y la leyenda de la Dama de Arintero. Y siguiendo camino, llegamos al Puerto de Vegarada, paso trashumante y acceso a San Isidro, cuya riqueza biológica es excepcional.

Y volviendo atrás, encaminamos el Valle del Torío. Las Cuevas de Valporquero y las Hoces de Vegacervera, impresionantes formas talladas en roca y delicia de espeleólogos y escaladores. Sin olvidar la famosa cecina de chivo de Vegacervera, de reconocido prestigio, y que nos da fuerza para continuar el descenso hacia Matallana del Torío, valle abierto surcado por la FEVE y antigua barrera de coral.