Reapareció EL

EL habla para los suyos, los otros son eso, otros, que no interesan. Habla desde las alturas, de los de arriba. Los de abajo, que escuchan la diferencia, a lo peor no se enteran. Volvió EL, llegó EL, abrió su boca y dijo: muuuuuuu…

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En el lugar escogido por ser emblemático de la realeza de España y parte museística de su legado artístico-histórico y moderno. Lugar de privilegio para rendir privilegio, vuelve. Y volvió.

Público fervoroso, admirador y embobado, venía EL. La plaza ocupada, pequeña, discretamente llena sin apreturas. Y… apareció. Aplausos. Y habló, claro que habló! Tras meses callado le sobraron palabras, casi todas; pero eso no importaba a los ojos hambrientos y bocas abiertas en pasmo de fervor reprimido, por la ausencia recobrada.

Habló, sí, y habló también en la 6TV. Habló de sus enormes privilegios y de todos aquellos que con él los comparten: políticos, banqueros, grandes empresarios, caseros adinerados, los que viven en grandes mansiones protegidos, guardados y bien cuidados con lo que los demás pagamos. Habló, sí, de lo que bien conoce. No mencionó el nosotros pero todos entendemos su generosa discreción.

Sus oyentes le perdonan porque no es como ellos, es EL y les acaricia los oídos mientras les restriega sus (de él) enormes privilegios, no agradece que se los paguen ellos (sus oyentes y nosotros todos), a ellos les basta su añorada presencia, EL.

Tres meses de ausencia. Envidia para tantos que no se lo pueden permitir, ¡de esos no se habla! Ahí está el tendero que no puede cerrar tres meses su tienda, ni el ganadero abandonar su ganado, ni el labrador descuidar sus campos, tampoco el zapatero remendón cerrar su taller ni el repartidor dejar de abastecer. Lo mismo le pasa al fontanero, el electricista o el porquero que viven de su diario quehacer. Si el peluquero deja la barbería tres meses ¿de qué viven él y su retoño? Y como ellos, millones de españoles que no se pueden permitir permisos de tres meses cuidando a sus bebés. Unos porque no los pueden tener, no les llega para tanto; otros tienen que cuidarlos de cualquier manera por no poder dejar su trabajo, nadie les paga si se quedan en casa, aunque sea para cuidar al bebé.

EL es privilegiado como casi todos aquellos de los que habla y mucho más que aquellos a quienes habla…Por eso habla de lo que habla, porque lo conoce de primera mano. Los demás son parias, ¿cuántos de éstos le escuchan? Muchos de ellos no están ahí, no pueden dejar su trabajo para perder el tiempo boquiabiertos.

EL habla para los suyos, los otros son eso, otros, que no interesan. Habla desde las alturas, de los de arriba. Los de abajo, que escuchan la diferencia, a lo peor no se enteran. Volvió EL, llegó EL, abrió su boca y dijo: muuuuuuu…

                                                                                                 Drociano